jueves, 19 de septiembre de 2013

LA DUENDA Y DON AGUSTÍN


LA DUENDA Y DON AGUSTÍN

 

Una mañana muy tranquila y hermosa, como es de costumbre, la gente del campo se levanta muy temprano, doña Úrsula va a la cocina para preparar el desayuno, pero ella se siente un poco extraña porque el viejo aún no se ha levantado de dormir así que un poco preocupada grita ¡viejo ya es hora de levantarse tus animales te esperan!

Ella siempre le solía llamar viejo de cariño. Don Agustín se levantaba un poco asustado porque había tenido un sueño pesado, él va donde su mujer y le cuenta todo lo que había soñado entonces ella le dice que se cuide mucho y que no se preocupe al fin había sido solo un sueño.

 

Don Agustín sale a pastear a sus ovejas, da de comer a su ganado, todo estaba al parecer tan tranquilo como todas las mañanas  y entonces el viejo pensó que no debía temer, pues  todo fue una tontería; ya se estaba oscureciendo así que tenía que regresar a su casa para descansar un rato, y  así luego ir al río a bañarse.

Va donde Úrsula y le comunica que se iba al río, ella lo despide; pero él no sabía que su mujer estaba muy preocupada por lo del sueño.

 

Ya cuando  iba por el camino siente como si alguien lo estaba siguiendo, pero no le toma importancia y sigue hasta llegar al río, cuando ya estaba en el agua se le presenta una mujer de vestido blanco, cabello largo en el que con el iluminar de la luna y las estrellas brillaba como si fuera oro, sin tener ningún miedo don Agustín le pregunta: ¿Quién eres tú?, todo alrededor era un inmenso silencio, y  la mujer le respondió: “yo he venido por ti, tú eres para mí”; recién Agustín empezó a sentir miedo y trata de salir del agua, se resbala; pero al fin fuera empieza a correr muy rápido hasta llegar a su casa; con la voz temblorosa grita el nombre de su mujer ¡ven de inmediato, Úrsula! , ella sale y le pregunta qué pasaba, el señor cuenta lo sucedido, y le dice que su sueño había sido cierto.

 

Don Agustín, ya un poco tranquilo, decide irse a dormir. Al siguiente día, ni bien amaneció, don Agustín decidió ya no  irse a bañarse de noche al río, sino que ahora iría por la tarde y en compañía de su mujer; el día pasaba se acercó la tarde y todo pasó normal, regresaron a casa y cuando estaban listos para descansar, escucharon que los animales de la granja estaban gritando, don Agustín coge su escopeta y va a ver qué pasa;  pero no encontró nada; sin embargo al dar vuelta ve a la misma mujer, él se asustó mucho, la mujer nuevamente le dice “te he venido a llevar, tu eres para mí” don Agustín se desmaya; al ver que su esposo no llegaba, doña Úrsula muy preocupada, decide ir a buscarlo, cuando llegó lo encontró tirado en el suelo,  botando espuma por la boca.

 

Al día siguiente Úrsula decide llevar a su marido a un curandero, porque ella sabía que esto no era normal, el curandero le dice que la mujer que se le aparece es una duenda que se le ha enamorado a su esposo y que la mujer está en busca de él y no parará hasta llevárselo, doña Úrsula muy asustada pregunta cómo hacer para que esto no ocurra; entonces el curandero va a su casa y se da cuenta que la duenda aparece porque detrás de su casa hay  un hueco y ahí está enterrada, así que recomienda que todos los días echen excrementos y  orines o algunas pestilencias a ese lugar y verán que esa mujer se aleja.

 

Así fue, doña Úrsula echaba todas las mañanas, tardes y noches excremento y orina; nunca más don Agustín tuvo esos sueños y poco a poco se fue recuperando.

 

 

 

Duveily Sarai Peña Rufino, estudia en Juan Pablo II, Tiene 14 años, le gusta jugar vóley.

 

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